Hachishakusama

¿Seguro que quieres seguir?, esta es la última advertencia que habrá de ser anunciada.

Bienvenidos, mis aterradores lectores, a esta noche de terror y lamentos, de historias para… no dormir; les presento a su anfitrión de este miércoles, aquel sin rostro, que espera en las sombras a que sus miradas se distraigan para poder posar sobre cada uno, sus gélidos y mortíferos tentáculos,

Ja… ja… ja…

“Las historias de los viejos fue lo primero que busqué olvidar recién llegué a la bulliciosa gran ciudad, esas historias cargadas de supersticiones no eran para mí, nada más que un estorbo que ocupaba un valioso lugar en mis pensamientos y que, desechándolas me podría dedicar a hacer cosas prácticas. Pasados doce años, cinco de ellos, viviendo un feliz matrimonio llegó el momento en que mi esposa y yo decidimos que estábamos listos para convertirnos en padres, nuestro pequeño hijo nació una hermosa tarde de mayo, era el niño más hermoso que yo hubiera visto, quizá… sí, lo miraba con ojos de padre, pero realmente veía en él, una luz que había llegado a enaltecer nuestro hogar, así vivimos cerca de cuatro años de feliz vida familiar cuando, para nuestra mayor felicidad, recibimos la noticia de que a una bella niña, le daríamos la bienvenida; dos hijos era una tarea que nos significaba un gran reto que deseábamos vivir, una noche, cansado del trabajo en la oficina y el de la remodelación del cuarto para la bebé, me quede profundamente dormido, entre sueños escuche un murmullo de una naturaleza casi siniestra, podría decir, un leve «po… po… po… po…» al cual, la fatiga no me permitió prestarle demasiada atención, ese singular sonido, lo pude escuchar dos días más, siempre tenue, siempre breve, siempre con un siniestro dejo de ultratumba y hasta antes del fatídico día en el que la ilusión de una vida de paz se esfumó.

Esa noche, una vez más llegó entre sueños; adormilados mi esposa y yo no logramos ver ninguna señal que nos alertara de lo que ocurriría, nada más que el breve «po… po… po… po…» y un angustioso y ahogado grito de la habitación continua que ocupaba nuestro pequeño hijo, despertados de repente, ambos corrimos hacía su habitación, en ella sólo quedaba una manta puesta de cualquier modo, la ventana abierta y unos extraños rasguños en la piso de madera.

Ese «po… po… po… po…», desde lo profundo de mis memorias infantiles llegó de golpe con la certeza del nombre de quien lo emitía, era Hachishakusama salida de esas historias que tanto me había esforzado en olvidar años atrás.

Los investigadores encargados del caso, no pudieron obtener huellas o alguna pista que condujera a encontrar a nuestro pequeño, yo sé que nunca lo harán.

Tres años después, nuestra familia no ha vuelto a ser la misma, nuestra pequeña hija duerme en nuestra habitación, y mi esposa o yo, velamos su sueño cada noche porque… lo sabemos, Hachishakusama, sabe de ella, conoce nuestro hogar”.

Hachishakusama

Hachishakusama es un espíritu maligno japonés, que se dedica a llevarse a niños pequeños y adolescentes de entre 3 y 17 años; nadie sabe para que se los lleva, aunque, se dice, que lo hace con el fin de robarles su juventud; se le puede distinguir por un sonido como un siniestro susurro: “po… po… po… po…”, una vez que las elige, de las víctimas únicamente se sabe que, nunca más serán vistas.

Su nombre, dice mucho de su apariencia, Hachi significa ocho, shaku es una antigua medida de longitud usada en Japón, muy similar a los pies y sama es una manera de decir respetuosamente señora o dama, así que su nombre significa señora (o dama) de ocho pies de alto.

Hay quien encuentra muchas similitudes entre este espectro y Slenderman, de hecho, algunos ven algún tipo de parentesco entre ellos, llegándola a nombrar “la Slenderman japonesa” por su inmensa estatura, brazos y piernas extremadamente largos y su tez de un blanco marfil, aunque ella no tiene tentáculos y, hasta donde se sabe, si tiene rostro, aunque desfigurado, que esconde detrás de una inmensa cabellera, lleva un vestido morado claro y un sombrero ya sea del mismo color, blanco o de paja.

Hay quienes cuentan que hace años este fantasma fue encerrado en cuatro Jizos (esculturas japonesas pero que una de las estatuas se rompió y entonces Hachishakusama, pudo ser libre otra vez.

Existe una historia del que es el único que ha sobrevivido a Hachishakusama, es la historia de un niño, que la vio frente a frente y que, hasta el día en que muera va a estar en peligro gracias a este ser.

Su historia es esta:

Un día estaba un niño, tomando el sol y jugando en casa de sus abuelos, lugar al que sus padres lo mandaban cada fin de semana; le encantaba estar ahí debido a que sentía que podía hacer todo lo que quisiera ya que sus abuelos, le dejaban hacer lo que él quisiera y no había casi ninguna regla, esas visitas, sin lugar a dudas, le hacían feliz.

Estaba tratando de saber que insectos caminaban en la hierba en la que estaba sentado cuando escucho un ruido, era raro como si alguien lo estuviera llamando, pero sin usar su nombre era lejano y como un susurro hueco «po… po… po… po…», aunque se escuchaba muy claro era un sonido que no podía describir, al principio iba a llamar a su abuelo para que juntos buscaran la fuente de este, pero la curiosidad le gano y decidió que primero averiguaría que era ese sonido y después iba a llamarle a su abuelo para que viera su descubrimiento, empezó a buscar estaba cada vez más impaciente y embelesado por la curiosidad; escucho con atención y pudo darse cuenta de un arbusto de unos ocho metros en cuya cima se veía algo que se asemejaba mucho a un sombrero, pero el niño se dijo a si mismo que seguro estaba imaginándolo ya que no había manera de que un sobrero fuera a parar hasta ahí y en el supuesto caso de que su dueño lo estuviera usando era simplemente imposible que alguien fuera de tan enorme estatura, si embargo estaba completamente seguro de que de ahí provenía el sonido, «po… po… po… po…», entonces avanzo más y rodeo el arbusto, entonces, pudo verla… era una mujer enorme con un vestido que parecía estar muy desgastado, su cara estaba cubierta por su brillante y hermosa cabellera, lucia aterradora, tanto que por un momento no tuvo control sobre su cuerpo y, cuando logro moverse, le pareció que había desaparecido.

Corrió a la casa de sus abuelos entro a toda velocidad y cerró la puerta tras de si, sus abuelos estaban bebiendo té muy tranquilos y el chico les empezó a  relatar lo que le había pasado; sus abuelos no le estaban haciendo mucho caso lo que lo frustraba hasta que mencionó su gran estatura y el sonido que producía, en ese momento sus abuelos se pudieron muy pálidos y se miraron preocupados el uno al otro, el abuelo se paró bruscamente agarró a su nieto muy fuerte del brazo, al grado de lastimarlo, y lo obligo a relatar otra vez la historia, una vez que el niño hubo terminado, el abuelo lo soltó, y fue al teléfono llamó a alguien y, después le dijo a su esposa que tenía que salir, que no le quitara nunca los ojos de encima a su nieto y salió de la casa, la abuela estaba llorando y estaba más preocupada de lo que el niño jamás la había visto así que él también se preocupo, ella no era alguien que se preocupara, ni se diga estar así de exasperada.

 Al verla tan fuera de sí, el chico se atrevió a pregunta que es lo que le ocurría a lo que ella dudando respondió: “Es por culpa de Hachishakusama ese espíritu del demonio busca niños para alimentarse, para aprovecharse de ellos ya que son muy fáciles de engañar, así que cuando se fija en un niño como es tu caso, ese niño está destinado a morir o, al menos, a desaparecer para nunca ser visto de nuevo”.

Estas palabras le helaron la sangre al niño, estaba totalmente aterrorizado ¿iba a morir? su abuelo estaba decidido a protegerlo y salió en busca de alguna bruja tan fuerte como para hacerle frente a Hachishakusama, esa mujer le ordenó encerrarse en una habitación y no salir hasta que dieran las siete de la mañana, pero antes de dejarlo solo le entregó una escultura de Buda y le dijo que si en algún momento se sentía asustado se tenía que poner a rezar también le dio un pedazo de pergamino, que en algunas versiones dicen que contenía un rezo que mantenía a raya a Hachishakusama, y le dijo que tenía que mantenerlo en sus mano en todo momento,  además de que puso cuatro cuencos con sal uno en cada esquina de la habitación, tras esto lo dejaron solo, y al anochecer empezó a escuchar el ya familiar sonido «po… po… po… po…», se sintió aterrorizado… el reloj marcaba apenas las diez y tenía que sobrevivir todavía varias horas para ser libre. De pronto oyó la voz de su abuelo, preguntándole como se sentía y que, si se sentía con miedo, sólo tenía que abrir la puerta, el niño estaba tan asustado que por un momento estuvo a punto de hacerlo, pero rápidamente se le vino a la mente aquello que le había dicho la bruja, no, ese no podía ser su abuelo, seguramente era Hachishakusama tratando de engañarlo así que muerto de miedo se arrodillo frente al Buda y rezó lloroso mientras que la sal en los cuencos se iba oscureciendo; aquella noche le resulto casi eterna, no se atrevía a cerrar los ojos, ya que temía que soltara el pergamino y muriera, estaba amaneciendo cuando se empezaron a escuchar unos golpeteos en la ventana, pero no hizo caso ni abrió las cortinas, cuando estaba a punto de rendirse al sueño, el reloj marcó las siete, se dio cuenta de que la sal de los cuencos se había vuelto completamente negra y, cuando se iba a levantar a abrir la puerta, sus abuelos, la bruja y varios hombres del pueblo abrieron la puerta le pusieron una manta sobre la cabeza y lo llevaron a una camioneta, la bruja le dijo que si escuchaba algún ruido no hiciera caso y que mantuviera la cabeza gacha para que no viera nada.

Arrancaron la camioneta con la bruja al volante cuando de pronto el niño empezó a escuchar golpeteos en la ventana y una voz que le decía, “no te vayas, por favor, no te vayas” la voz era hermosa, y sin quererlo levanto la cabeza, ahí estaba Hachishakusama su rostro le resultaba hermoso y horrible a la vez al verla, los hombres gritaron, pero ellos estaban a salvo ya que ella sólo se alimentaba de niños y, en ese momento, estaba concentrada únicamente en él, la bruja empezó a murmurar un rezo que acabo en un grito y, unos minutos después, que al chico le resultaron eternos, lograron salir del pueblo, al fin estaba a salvo, nunca más volvería a ser atormentado por ella.

Aunque una de las versiones acaba aquí, hay quienes cuentan no que, el chico aunque creció feliz, seguía obsesionado con Hachishakusama y que termino suicidándose dejando una nota que decía “no puedo seguir viviendo sin ella”.

De este espíritu no se sabe casi nada, la historia que les acabo de relatar es la única historia que habla de su existencia, otras son de fuentes dudosas y mucho más recientes, acerca de su origen tampoco se sabe mucho; algunos dicen que fue una mujer muy bella que fue asesinada o una bruja que ansiaba ser bella y joven por siempre y la terminaron matando regresando como un Yokai (espíritus malignos japoneses, normalmente sedientos de venganza), sea como sea este espíritu sin duda ha aterrorizado a generaciones de japoneses, chinos, y sin duda, al menos por un momento te aterrorizara a ti.

Un momento, ¿Escuchaste ese sonido? ¿De dónde viene? ¿Cómo es que se…

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